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EL MAL NUNCA PUEDE SER BANAL

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Cuando Hannah Arendt formuló la expresión "la banalidad del mal" durante el juicio a Adolf Eichmann en Jerusalén en 1961, no pretendía absolver al acusado, sino llamar la atención sobre una forma inquietante de maldad: la ejercida por personas comunes, sin odio ni pasión, pero con eficiencia y obediencia. Según su tesis, Eichmann no era un monstruo, sino un burócrata gris, incapaz de pensar éticamente, cuya mediocridad moral había permitido su participación en el Holocausto sin reflexión ni remordimiento. Esta tesis, aunque provocadora e influyente, ha generado una de las más intensas controversias filosóficas del siglo XX.
Sin embargo, sostener que el mal puede ser "banal" no solo corre el riesgo de diluir la responsabilidad moral individual, sino que puede terminar normalizando lo intolerable. El mal, por definición, no puede ser trivial, porque siempre implica una transgresión voluntaria contra el bien, contra la dignidad humana, contra la justicia, y en términos religiosos, contra Dios mismo.
Aun cuando adopta formas burocráticas, técnicas o silenciosas, el mal conserva su carga ética completa. La aparente cotidianidad o normalidad de su ejecución no lo convierte en algo menos perverso, por el contrario, lo vuelve más insidioso y exige mayor vigilancia moral.
La tradición bíblica es clara al respecto: el mal nace del corazón humano, es intencional, tiene consecuencias eternas y requiere arrepentimiento. El pecado no es un acto mecánico ni una falla de sistema, sino una elección personal. La Escritura no deja lugar a la neutralidad moral: quienes "solo cumplen órdenes" siguen siendo responsables ante Dios. No existe mal sin conciencia, aunque esa conciencia haya sido sofocada o adormecida por ideologías, estructuras o poder.
Desde una perspectiva filosófica más amplia, autores como Emmanuel Levinas, Paul Ricoeur o incluso el propio Kant habrían rechazado la banalidad del mal como categoría sustantiva. Para ellos, el mal implica un daño deliberado a otro, una
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editorial
edición del autor
disponibilidad
impreso bajo demanda
año edición
2025
n° edición
1
categoría
Comunicación
n° páginas
168
formato
17 x 24 cm (sin solapa)
encudernación
Rústico (pegado)
papel
Papel Blanco 75 Grs
color
Blanco y Negro
David Francisco Camargo Hernández

David Francisco Camargo Hernández
Nacionalidad Colombiano.
Escritor, humanista y economista con especialización, maestría y doctorado. Artista plástico. Inventor. Guionista. Becario de universidades europeas. Director Fundación Sueños de Escritor y ediciones Dafra. Premios literarios y académicos en los años 2001-2005-2008-2010-2016-2017 en eventos internacionales. Profesor de posgrado.
INVESTIGADOR CVLAC COLCIENCIAS.
Conferencista internacional basando
los temas en sus propios libros. Propende por una economía «más humana, más igualitaria, capaz de contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad». En 2010 algunas de sus publicaciones fueron traducidas a varios idiomas. Una de las más destacadas se titula: “cómo regionalizar el país”. Y por «su sobresaliente trayectoria literaria y pensamiento comprometido con los problemas de l leer todo...

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