
Vértigo


vendemos desde los
suburbios del corazón mientras en su capital anclamos la mal
dad como reina, ¿o rey?, desesperanzador de la existencia.
Dos almas obligadas a vivir el destierro en un mundo in
vadido por la podredumbre de los que violentan el mandato
universal: amar sin condiciones; y es que aquí, en estos versos
robustos, bien hilvanados de Fabiola Castro Sanz y Geissell
Chafardett, el amor debe acorazarse para evitar su extinción,
su declive, su exterminio. Por ello, Fabiola nos declara en sus
versos: «Que un poeta lea sus poemas / debería ser considera
do un sacrilegio», a lo que Geissell responde: «Quema, / asfi
xia la verdad».
En nuestros tiempos la prisa sustituye la existencia y el
existir se convierte en una bomba a punto de estallar, de allí
que el Vértigo aparezca como una puerta de emergencia, de
transición entre lo horrendo y lo sutil, pero paradojas del vi
vir: ¿quién toma el control?
En sus manos reposan las voces poéticas de estas mara
villosas mujeres que juegan y conjugan el arte de la escritura
con el vivir intensamente una vida que a ratos parece caer en
los vórtices del mundo paralelo de una pesadilla o una lección
de vida que se ha aprendido, aunque al parecer se debe apren
der de nuevo.
Williams Alberto Hernández leer todo...
